Quizás alguna vez te hayas levantado con ganas de gritarle al mundo que eres feliz, que todo va sobre ruedas. No sólo eso, te sientes con fuerzas de hacer todo lo que te propongas, nada te va a parar, tienes una fuerza incontrolable en tu interior que te incita a cambiar el mundo. Se te ocurren mil y un motivos para sonreír.
Pero no te limitas a ser tú el único que disfrute de esa alegría que te hace rozar el cielo, quieres que el resto la viva contigo. Solo basta con un pequeñísimo gesto para que los demás se contagien. Igual solo necesitas un guiño, una palmadita…
Vives en una pequeña nube, y ves el lado positivo de las cosas. El vaso medio lleno, la vida de color de rosa, parece que no existe nada que te vaya a arrebatar esa felicidad plena. Ahora todo es perfecto, dejas atrás los problemas, el rencor y te das cuenta de que si eliminas todo lo negativo vas a poder llegar a ese estado idóneo.
La gente, ahora no se preocupa de la felicidad. Vive demasiado rápido y no se para a pensar si es o no feliz. Solo deja que su vida fluya, agobiado, sin expectativas, sin valorar nada de lo que le rodea. Es tan materialista que se ha olvidado de lo realmente importante: los sentimientos.
El reto que tenemos cada día es mejorar un poquito la vida de los demás. Y habrá gente que se pregunte por el por qué de esto. Es muy sencillo: Estarás a gusto contigo mismo, estarás contento. Y esto es, sin duda el motor del mundo. Si no hubiera una ilusión, un resquicio de felicidad, el mundo no sería como es. Nada se habría inventado, nada estaría organizado. La felicidad da orden y claridad. Pero sobre todo, nos hace personas. Nada sería lo mismo si solo hubiera rencor, amargura, angustia, dolor. Todo lo negativo tiene que tener su parte positiva para que el mundo sea como realmente lo conocemos.
Y los buenos momentos de la vida son únicamente momentos felices. Momentos donde estas tan rabiosamente exultante, que lloras de alegría, que cantas, que animas a todos, y que éstos te siguen. Momentos en los que solo piensas que eres afortunado por sentirte tan bien. Momentos en los que ves que las cosas más simples son las que te hacen feliz, pero sobre todo momentos, que cuando piensas en ellos, una sonrisa tonta se te dibuja en tu boca. Y ahora si que eres realmente feliz, porque te has dado cuenta de que has aprendido a disfrutar de la vida.
Pero no te limitas a ser tú el único que disfrute de esa alegría que te hace rozar el cielo, quieres que el resto la viva contigo. Solo basta con un pequeñísimo gesto para que los demás se contagien. Igual solo necesitas un guiño, una palmadita…
Vives en una pequeña nube, y ves el lado positivo de las cosas. El vaso medio lleno, la vida de color de rosa, parece que no existe nada que te vaya a arrebatar esa felicidad plena. Ahora todo es perfecto, dejas atrás los problemas, el rencor y te das cuenta de que si eliminas todo lo negativo vas a poder llegar a ese estado idóneo.
La gente, ahora no se preocupa de la felicidad. Vive demasiado rápido y no se para a pensar si es o no feliz. Solo deja que su vida fluya, agobiado, sin expectativas, sin valorar nada de lo que le rodea. Es tan materialista que se ha olvidado de lo realmente importante: los sentimientos.
El reto que tenemos cada día es mejorar un poquito la vida de los demás. Y habrá gente que se pregunte por el por qué de esto. Es muy sencillo: Estarás a gusto contigo mismo, estarás contento. Y esto es, sin duda el motor del mundo. Si no hubiera una ilusión, un resquicio de felicidad, el mundo no sería como es. Nada se habría inventado, nada estaría organizado. La felicidad da orden y claridad. Pero sobre todo, nos hace personas. Nada sería lo mismo si solo hubiera rencor, amargura, angustia, dolor. Todo lo negativo tiene que tener su parte positiva para que el mundo sea como realmente lo conocemos.
Y los buenos momentos de la vida son únicamente momentos felices. Momentos donde estas tan rabiosamente exultante, que lloras de alegría, que cantas, que animas a todos, y que éstos te siguen. Momentos en los que solo piensas que eres afortunado por sentirte tan bien. Momentos en los que ves que las cosas más simples son las que te hacen feliz, pero sobre todo momentos, que cuando piensas en ellos, una sonrisa tonta se te dibuja en tu boca. Y ahora si que eres realmente feliz, porque te has dado cuenta de que has aprendido a disfrutar de la vida.
A.P. - 1º de Bachillerato
No hay comentarios:
Publicar un comentario