Hace muchos años que mi amiga Sonia me había hablado de la historia del desfiladero. Siempre quise saber qué pasaba si realizaba el conjuro mágico como ella me había indicado: bajo una farola a la luz de la luna, preferiblemente en una noche de lluvia o con luna llena.
  
Hoy justamente era una noche de lluvia, metí mis cosas más importantes en una caja, me dirigí a la farola que había debajo de mi casa. Me senté en el suelo, las gotas de lluvia resbalaban por mi cara. Pronuncié las palabras mágicas, pero no sucedió nada. Dispuesta a abandonar lo intenté de nuevo y la caja que Sonia me había dicho que llevara, ahora era un espejo. Me miré en él, mas no me vi a mí misma. En el espejo pude ver a un hombre que me dijo:
-Sigue el camino que te indico.
Yo, muy asustada, me levanté y seguí al espejo que levitaba por la ciudad hasta que llegó al campo y me dijo:
-Este es el desfiladero, aquí vive la hija de la lluvia.
Enseguida me asusté. Habia oído hablar varias veces sobre esa leyenda, pero yo no me la había creído nunca. Hasta ahora... De repente, una chica de mi edad, vestida de negro y cabizbaja, salió del desfiladero. ¡Era Sonia! Me agarró bruscamente de la muñeca y me susurró al oído:
-Yo te he traído hasta aquí y veo que me has hecho caso. Ahora eres una más de mi grupo.
Así fue cómo me convertí en la segunda hija de la lluvia. Por eso ahora la leyenda que tú probablemente conozcas, se llama así. Porque ahora somos dos las que salimos todas las noches de lluvia o luna llena y cada noche nos llevamos a una chica más a nuestro grupo.
Hoy justamente era una noche de lluvia, metí mis cosas más importantes en una caja, me dirigí a la farola que había debajo de mi casa. Me senté en el suelo, las gotas de lluvia resbalaban por mi cara. Pronuncié las palabras mágicas, pero no sucedió nada. Dispuesta a abandonar lo intenté de nuevo y la caja que Sonia me había dicho que llevara, ahora era un espejo. Me miré en él, mas no me vi a mí misma. En el espejo pude ver a un hombre que me dijo:
-Sigue el camino que te indico.
Yo, muy asustada, me levanté y seguí al espejo que levitaba por la ciudad hasta que llegó al campo y me dijo:
-Este es el desfiladero, aquí vive la hija de la lluvia.
Enseguida me asusté. Habia oído hablar varias veces sobre esa leyenda, pero yo no me la había creído nunca. Hasta ahora... De repente, una chica de mi edad, vestida de negro y cabizbaja, salió del desfiladero. ¡Era Sonia! Me agarró bruscamente de la muñeca y me susurró al oído:
-Yo te he traído hasta aquí y veo que me has hecho caso. Ahora eres una más de mi grupo.
Así fue cómo me convertí en la segunda hija de la lluvia. Por eso ahora la leyenda que tú probablemente conozcas, se llama así. Porque ahora somos dos las que salimos todas las noches de lluvia o luna llena y cada noche nos llevamos a una chica más a nuestro grupo.
Valentina S. F.
2º de ESO 
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