3 mar 2013

SARA

Sara tomó la carta del escritorio como si su mero contacto le abrasara por dentro. En ella solo se leían dos palabras “Te queremos” y eran las únicas palabras que le quedaban de su familia quienes habían muerto por protegerla.

Aunque no lo parezca, Sara es descendiente del gran mago Merlín. Puede parecer una ventaja pero no lo es. No cuando tienes detrás de ti a un mago psicópata descendiente de Morgana que mató a toda tu familia. Además no es muy tranquilizador saber que dentro de unos días ese loco se hará con el control del mundo, a no ser que ella lo detenga, y para ello solo cuenta con la ayuda de unos cuantos magos, su amigo Jack el dragón y un perro que se asusta hasta de su sombra. Y Sobín el malvado contaba con la ayuda de todo un ejército de inmortales.

Habían pasado algunos días y estaban a punto de salir a la batalla. Jack le pidió a Sara si podían hablar un momento y, una vez solos, él dijo:

- Todo saldrá bien. Solo tienes que pronunciar el hechizo que lo vaporizaría para siempre de la faz de la tierra y ya está.

Sara sonrió y, acto seguido, salió a combatir.

Llevaban horas luchando, estaban cansados, desesperados y la muerte se palpaba en el ambiente. Sara no aguantó más: dio un paso al frente, respiró hondo y, con lentitud, pronunció el hechizo hacia Sobín, quien fue alcanzado por el golpe, aunque debería haberlo parado. Pero eso ya no importaba, Sobín estaba ahora tumbado en el suelo y Sara, por primera vez en mucho tiempo, podía respirar tranquila.

Guadalupe Gallego Martínez. 2º de ESO B.

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