Era el día 12 de septiembre de 1999. El temido día había llegado. Mi madre me despertó muy temprano para arreglarme para mi primer día de colegio. Recuerdo que llevaba un vestido azul de cuadros y zapatos y lazo en el pelo a juego.
No sabía muy bien a dónde iba ni lo que era el colegio. Estaba nerviosa y preocupada y sabía que algo no me iba a gustar.
Al llegar, mi primera profesora, Ana, nos salió a recibir a todos y me metió en la clase con mis compañeros. Mi madre se fue y yo me quedé muy triste. El primer día no lloré porque pensaba que aquello terminaría pronto, pero el segundo día si que lloré. Yo nunca me había separado de mis padres y además mi hermana Diana había nacido en julio y también me separaban de ella. Recuerdo que Mario y yo estuvimos llorando hasta Navidad. Después todo fue mejor.
Recuerdo con ilusión los cumpleaños que celebrábamos con los zumos de naranja, las tartas y las coronas, las funciones, la hora de la siesta con los cojines en la que yo nunca dormía, los juegos, la casita, los pictogramas, la moqueta, la pintura de dedos, los punzones, los gusanos de seda, las mesas redondas, la cocinita, los percheros, los babis de cuadros, la hora de archivar…Recuerdo sobre todo a mis dos profesoras de educación infantil: Ana, con la que pasamos nuestros dos primeros años en el colegio, a la que tengo mucho cariño; y Mari Paz, con la que pasamos nuestro tercer año en el cole y con la que aprendimos a escribir y a leer. Me acuerdo de momentos con ella como cuando nos enseñó las vocales, o cuando nos enseñaba a sentarnos bien en la silla; también cuando nos enseñó una manera nueva y divertida de ponernos el babi.
Me encantaban los recreos donde jugábamos a que las chicas pillan a los chicos y, en ocasiones, a papás y mamás; era genial.
Ahora recuerdo todo con ilusión y nostalgia. Mis mejores amigos están en el colegio, y espero que su amistad dure para siempre.
PMM - 3º ESO A
Muy bueno tu relato, felicitaciones.
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