17 may 2012

ESPERANZAS PERDIDAS


           Eran las cuatro y media de la tarde de un domingo dieciséis de abril de 2011 y yo tenía un partido de fútbol a las cinco. Tengo veinte años y estoy estudiando una ingeniería industrial pero necesito dinero por eso juego al futbol en el equipo de mi ciudad. No es gran cosa, compite en la segunda división “B” de España. Ahora mismo no está en muy buena situación económica, llevan sin pagarnos dos mensualidades; la mayoría de mis compañeros ya han denunciado al club ante la Federación, pero yo no quiero. Es el equipo de mi ciudad, el que llevo animando desde que soy niño y por el que estoy luchando para que se salve, por eso no me parece bien denunciarlo ahora porque conllevaría al descenso y posiblemente a la desaparición por falta de fondos y de financiación del club y es algo que me entristece mucho porque el equipo de mi ciudad forma parte de mi niñez, de mi madurez y ahora yo formo parte de él. Me siento dividido: entre lo que me beneficia económicamente y el equipo al que tanto he alentado y por el que tanto estoy sufriendo.

           Llegamos al estadio, vamos al vestuario, nos cambiamos y nos preparamos para disputar el encuentro contra la S. D. Ponferradina. Tenemos que hacerlo rápido porque la única luz que entra al vestuario es por una pequeña ventana que da a la calle desde la que se pueden oír los ánimos de nuestros incondicionales aficionados. Hoy en el partido se va a presentar un nuevo patrocinador. Es una empresa local que no nos podrá aportar mucho dinero, pero una mensualidad sí que nos podrán pagar. Tengo muchas ilusiones y esperanzas puestas en este equipo. Si el club llegara a desaparecer, yo tendría que decir adiós a mi oportunidad de seguir jugando a fútbol ya que no puedo abandonar mi ciudad debido a mis estudios. En el vestuario, tras la charla del entrenador y haber preparado la táctica, nos disponemos a saltar al terreno de juego. Nuestro entrenador es una persona serena y con buenos métodos en el sentido futbolístico. Es la persona que convenció al equipo para que siguiera jugando esta temporada y no abandonase al club.

           Empieza el partido. Me encanta recibir el calor de la afición. Sabe lo mal que lo estamos pasando, lo mal que está el club, pero ahí está, siempre animando y aplaudiendo nuestras jugadas. El árbitro pita el inicio. Nuestro juego no es gran cosa: pases por aquí, regates por allá y, de vez en cuando, algún acercamiento a la portería contraria. Pero, de repente, ¡GOL! El estadio enloquece. El patrocinador está muy contento con la inversión. El partido acaba con un resultado de “1 a 0” y con los tres puntos para nosotros. Otro partido termina, una nueva semana llena de adversidades y complicaciones para el club empieza. El club está entrando en una dinámica en la que no se ve un final claro, pero, poco a poco, estamos construyendo la historia de un gran equipo, un equipo humilde que, después de su paso modesto por todas las categorías del fútbol español, se encuentra en esta situación: la Cultural y Deportiva Leonesa. 

Pablo C. -  2º ESO 

No hay comentarios:

Publicar un comentario